"La mondialisation" Josep F. Mària I Serrano

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Josep F. Mària I Serrano INTRODUCCIÓN "¡Ah, sí, la globalización! Es una maravillosa excusa para muchas cosas." (R.M. Solow, Nobel de Economía) Los seres humanos tenemos tendencia a fabricar palabras-ídolo: palabras a las que atribuimos un contenido no del todo verdadero y que nos sirven de excusa para mantener nuestros privilegios. Por ejemplo, los padres y madres que están cansados de reñir a sus hijos en vano, se inventan al hombre del saco para que los niños les obedezcan. El hombre del saco es una palabra-ídolo con una parte de verdad (los niños tienen que hacer caso a muchas cosas que les mandan sus padres); pero también sirve a los padres para "controlar" a sus hijos cuando están cansados. Globalización se ha convertido en una palabra ídolo: responde en parte a la verdad de un fenómeno y de un proceso; pero es también un arma que esgrimen algunos para mantener o prolongar situaciones injustas. Esta manipulación es precisamente lo que denuncia la frase de Robert M. Solow. Globalización es la excusa de algunos pensadores, hombres de negocios o políticos para volver a situaciones de capitalismo feroz, ahora que Occidente, y sobre todo Europa, han alcanzado cotas de justicia para todos con el Estado de Bienestar. Es la excusa de algunos gobiernos (tanto de países ricos como pobres)para ocultar sus errores de política interior o algunas opciones inconfesables (1). Pero al igual que el hombre del saco, globalización responde a diversas realidades. Hoy podemos comunicarnos por correo electrónico con la otra punta del mundo; recibimos mucha información a través de la televisión; compramos habitualmente productos "Made in Taiwan"; nuestro primo trabaja en una multinacional japonesa; nos preocupa la violación de los derechos humanos por parte de ciertos gobiernos de países lejanos; y la Unión Europea está cada vez más presente en nuestras vidas. Todas ellas son realidades relacionadas con la globalización. También se relacionan con ella cuestiones importantes que podemos plantearnos: ¿Qué consecuencias tendrá Internet en la educación de nuestros hijos? ¿Qué pasará con los idiomas que hablan pocos millones de habitantes ahora que el inglés se impone como vehículo de comunicación internacional? Los asalariados ¿tenemos que aceptar una pérdida de poder adquisitivo o de prestaciones sociales "porque si no la empresa será poco competitiva y tendrá que cerrar"? ¿Cómo tengo que relacionarme con los jóvenes magrebíes que trabajan en el edificio en construcción de mi calle? ¿Es necesario un Tribunal Internacional que juzgue a los políticos que violan los derechos humanos? Globalización: esta palabra-ídolo es enormemente ambigua; pero nos permite acercarnos a los riesgos y a las oportunidades que nos esperan a principios del siglo XXI. Vale la pena, pues, intentar clarificarla: para evitar los riesgos que conlleva y potenciar sus oportunidades. En una primera aproximación, entendemos la globalización como un proceso de interconexión financiera, económica, social, política y cultural que se acelera por el abaratamiento de los transportes y la incorporación en algunas instituciones (empresas, grupos sociales, algunas familias...) de tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) en un contexto de crisis económica (1973), de victoria política del capitalismo (1989) y de cuestionamiento cultural de los grandes ideales. Esta interconexión que algunas instituciones aprovechan induce un cambio que revoluciona el funcionamiento de las sociedades industriales y que, de momento, ha acelerado la exclusión de zonas geográficas, de colectivos humanos o de culturas enteras. Pero posee un potencial considerable para fomentar el bienestar económico y las relaciones humanizadoras entre personas o entre grupos humanos. En este cuaderno analizaremos el fenómeno de la globalización desde tres niveles de análisis: el tecnoeconómico, el sociopolítico y el cultural. · El nivel tecnoeconómico está relacionado con las necesidades de supervivencia de los individuos y contempla el surgimiento de tecnologías y su utilización en los procesos económicos de producción y distribución. · El nivel sociopolítico está relacionado con las necesidades humanas de convivencia y se centra en los grupos sociales y en las formas de poder político. · Por último, el nivel cultural tiene relación con la necesidad de sentido para la persona, e incluye las ideas y los valores de los grupos humanos, traducidos en instituciones que ordenan las vidas de las personas. Cada nivel de análisis posee una dinámica propia, marcada por la lógica de funcionamiento de las instituciones que operan en él. El fenómeno de la globalización se manifiesta con un rostro concreto en economía: el que le han dado las empresas o los trabajadores; con otro rostro a nivel sociopolítico: el que le están dando los movimientos sociales, los partidos políticos o el Estado; y con un tercer rostro a nivel cultural: el que configuran las familias, escuelas o instituciones de ocio. Por otro lado, estos tres niveles están relacionados e interaccionan en todos los sentidos: las acciones empresariales tienen consecuencias culturales; y a la inversa, las culturas locales condicionan las acciones empresariales, etc. Creemos que no se puede atribuir a priori a ningunos de estos tres niveles la preponderancia en la explicación de las diversas realidades sociales. En el análisis de la globalización, empezamos por el nivel tecnoeconómico porque creemos que la interconexión y la facilidad de transporte de personas y mercancías son hechos tecnológicos que han sido aprovechados sobre todo por las instituciones económicas... aunque se trata de un proceso muy poco lineal y que no puede explicarse únicamente por causas económicas(2) Después de analizar la globalización a estos tres niveles (capítulo 2º: globalización tecnoeconómica; capítulo 3º: globalización sociopolítica; capítulo 4º: globalización cultural), intentaremos una definición más rica de la globalización y plantearemos propuestas para su "gobierno" (capítulo 5º). En efecto, la naturaleza de este fenómeno lo hace susceptible de ser gobernado: creemos que hay que configurarlo de manera que favorezca a todos, especialmente a los más pobres.