La Diputación y las residencias

2016/11/07
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Las Residencias de Bizkaia Llevan muchas jornadas de lucha, de huelgas por defender unos puestos de trabajo dignos. A sus reivindicaciones se unen los familiares de los residentes de Bizkaia, porque ven día a día, jornada a jornada la situación que se vive en cada centro. Estas familias pagan un alto precio, que nada tiene que ver con un sueldo común, porque necesitan de este servicio. Ven lo que pagan y ven lo que reciben. Ven a las trabajadoras atendiendo como pueden a sus familiares y oyen a la Diputación cuando anuncian las bondades de este negocio.

Celia Heras, Deia 2016/11/06

celia herasHay un valor que se echa de menos en la clase política actual y es el de empatizar con la ciudadanía que representa. Esta crisis no es solo económica, es mucho más grave porque se añaden una crisis de valores humanos muy difíciles de recuperar. Los recortes en sanidad, educación y servicios sociales están dejando al descubierto un panorama desolador. Para mayor abundamiento, hay sectores en los que la precariedad laboral se ceba con las mujeres y con las personas inmigrantes. Uno de esos ejemplos es la pelea que tienen las mujeres que trabajan en las Residencias de Bizkaia. Llevan muchas jornadas de lucha, de huelgas por defender unos puestos de trabajo dignos. A sus reivindicaciones se unen los familiares de los residentes de Bizkaia, porque ven día a día, jornada a jornada la situación que se vive en cada centro. Estas familias pagan un alto precio, que nada tiene que ver con un sueldo común, porque necesitan de este servicio. Ven lo que pagan y ven lo que reciben. Ven a las trabajadoras atendiendo como pueden a sus familiares y oyen a la Diputación cuando anuncian las bondades de este negocio.

Negocio, sí, un gran negocio en el que la Diputación tiene su responsabilidad: primero, porque este servicio tendría que ser público, y, segundo, porque al no ser así, debe de velar porque las condiciones que ponen encima de la mesa las empresas adjudicatarias, sean dignas para los residentes y para el personal que realiza ese trabajo. Las voces de estas trabajadoras han puesto en jaque un servicio asistencial que no satisface ni a las familias, porque es muy caro, ni a las trabajadoras. Si el cuidado de las personas dependientes no fuese un negocio, la Diputación no tendría un problema. En un lado de esta balanza están las personas dependientes, sus familiares y el conjunto de las trabajadoras de las Residencias, un nutrido grupo que reclama calidad. En el otro, las empresas cuyo fin es sacar beneficio de un negocio. Quien debe de inclinar la balanza a favor del lado más indefenso y desfavorecido es la Diputación porque una de sus encomiendas es satisfacer el bienestar de la ciudadanía, y en este caso esa ciudadanía está detrás de la pancarta, no enfrente.