El descontrol de Kutxabank

2018/02/12
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Kutxabank es un banco. Es una obviedad. No debería serlo. La fusión de las Cajas de Ahorros Vital, Kutxa y BBK fue aprovechada para, de rondón, cambiar la naturaleza de la entidad, convirtiendo lo que eran Cajas en un banco. Kutxabank quería jugar en la Liga BBVA, en la de los grandes bancos. Se ve que a sus directivos Euskal Herria se les había quedado pequeña (que les gustaba más España estaba claro con su opción por aplicar un convenio de ámbito estatal al conjunto de la plantilla, obviando la voluntad de la mayoría de sus trabajadoras y trabajadores).

Mikel NovalMikel Noval, responsable del gabinete de estudios de ELA (artículo publicado en Landeia)

La bancarización de Kutxabank supuso también un cambio radical en la naturaleza de su control. Las Cajas de Ahorros tenían que dar respuesta a unas Asambleas en las que las instituciones y distintos representantes sociales tenían capacidad de decisión. Ahora ya no. Existen unas Fundaciones (llamadas igual que las anteriores Cajas de Ahorros, no vaya a ser que la gente se dé cuenta de que la están engañando), dirigidas por un Patronato, en los que se llega a nombrar directamente a sus sucesores. Ni la monarquía.

El pasado 28 de diciembre, esta entidad vendió al Gobierno Vasco el 1,24% de las acciones de CAF a cambio de 15 millones de euros. La justificación de la operación ha sido clara: es parte de su política de reducción de participaciones industriales que exigen los reguladores

Irresponsabilidad institucional. A ELA siempre le ha parecido una irresponsabilidad que desde las instituciones de la CAPV (y qué decir de Navarra con la CAN) se haya apoyado tan alegremente este proceso que, entre otras consecuencias, ha traído consigo que esas mismas instituciones hayan limitado enormemente su capacidad de incidir en la economía y en la sociedad vasca a través de un instrumento tan importante como la principal entidad financiera del país.

El Gobierno Vasco, las Diputaciones Forales y las entidades locales tendrían que haber defendido su capacidad de orientar la actividad de la hoy llamada Kutxabank a la canalización del ahorro local al tejido productivo y a actividades rentables socialmente. No es lo mismo que las instituciones tengan a su servicio una entidad financiera tan importante o que no lo tengan. Y han optado por no tenerla, y no solo eso. Han aplaudido el proceso, y han criticado a quienes lo hemos criticado y mostrado que había una alternativa que era mejor desde el punto de vista del país, de la economía y de la mayoría social.

Una consecuencia de este cambio es el proceso permanente de desinversión industrial que viene desarrollando Kutxabank. Podríamos decir que es un proceso de descontrol. El pasado 28 de diciembre, esta entidad vendió al Gobierno Vasco el 1,24% de las acciones de CAF a cambio de 15 millones de euros. La justificación de la operación ha sido clara: es parte de su política de reducción de participaciones industriales que exigen los reguladores. Es decir, Kutxabank es un banco, y a los bancos se les aplican unas determinadas reglas de valoración, de cálculo de diversos ratios, en los que está penalizado poseer participaciones industriales. Jugar en la Liga BBVA tiene eso.

Lo vimos antes con empresas como Ibermática o Euskaltel. Ser un banco más no tiene nada que ver con defender los intereses estratégicos de nuestro país. Están destruyendo la capacidad de incidir en la política industrial. Es muy grave y lo tenemos que volver a denunciar.