2013, el AÑO

2012/10/18
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La ofensiva que estamos sufriendo contra las condiciones laborales no nos debe hacer olvidar las causas que generaron la mal llamada crisis que, en realidad, es una estafa. Ni nuestros salarios ni nuestros convenios colectivos han tenido nada que ver en la difícil coyuntura que nos está tocando vivir.

Extractado del Landeia número 184

Unai Martinez, Secretario general ELA-Metala

De 1994 al 2008 las empresas vivieron, en general, su época de mayores beneficios. Es por ello que quienes señalan al coste laboral como causante de la actual situación mienten con descaro. En esta inmensa estafa, quienes la generaron –banqueros, patronal y clase política, en general– continúan intentando exprimir a la inmensa mayoría de la sociedad: desempleados/as, asalariados/as, autónomos, pensionistas, dependientes, etc.

En este contexto, los y las trabajadores de la Industria, en general, y del Metal, en particular, nos enfrentamos a un gran reto: defender unas condiciones de trabajo dignas. Es necesario recordar que los y las trabajadoras somos los principales interesados en que las empresas tengan continuidad y sean viables. Es duro ver como una parte de la patronal intenta retratar a quienes defienden sus condiciones de trabajo como enemigos de la empresa. Detrás de esta posición existe una gran falta de respeto y, sobre todo, la negación de una obviedad: los y las trabajadoras son indispensables para la actividad de las empresas.

La situación del Metal nos enfrenta a una realidad compleja. En un primer grupo, nos encontramos con empresas donde su realidad industrial es positiva. Son, en general, empresas exportadoras, y la exportación está viviendo un momento relativamente dulce, tal como las estadísticas confirman.

Las que se encuentran en una situación complicada cuentan con uno de estos factores, o los combinan: problemas de mercado, gestión negligente y/o problemas de financiación. La presencia de ELA en miles de empresas nos permite realizar esta afirmación con contundencia. Señalando, además, que el tercer factor (el financiero) es la principal causa de los problemas en la industria. La patronal debe de ser tan consciente como ELA de esta realidad, pero no escuchamos crítica alguna hacia las entidades financieras. El drama es que cuando la fuente de la crisis es la falta de crédito, la patronal apunta a nuestras condiciones laborales, y eso resta toda credibilidad a sus análisis económicos. El experimento social que está suponiendo esta estafa provoca que sean los salarios de los y las trabajadores los que realicen la labor de las entidades financieras, proveyendo de crédito a las empresas. Quieren que seamos entidades de crédito pero, eso sí, sin que nuestra economía pueda esperar rescate alguno. Nos encontramos con empresas con agujeros económicos de 600 millones de euros que plantean como solución, sin ofrecer ningún otro plan, bajadas salariales del 35%. Estas medidas no tienen sentido alguno: los y las trabajadoras podrían acudir durante décadas gratis a sus puestos de trabajo sin que la empresa se recuperase.

2013 se presenta en la negociación colectiva no como un año más sino como EL AÑO

2013 se presenta en la negociación colectiva no como un año más sino como EL AÑO. En julio todos los convenios que no hayan sido renovados perderán su vigencia. Esto podría suponer que miles de compañeros y compañeras vean que sus condiciones laborales retroceden décadas. No lo podemos permitir.

La salida de esta estafa pasa por el reparto de la riqueza. Hego Euskal Herria cuenta con convenios con salarios más altos y menor jornada que sirven para repartir más el trabajo que en el estado español. Eso repercute en menos desempleo y una mayor actividad económica. Cuanto más empeoren nuestras condiciones más pobre será esta sociedad. Grecia, Portugal o el estado español combinan mercados laborales precarios con bajos salarios y altas jornadas. ¿Resultado? Alto desempleo, millones de trabajadores/as pobres, actividad económica decreciente...

Por contra, los países del norte de Europa cuentan con una mayor protección social, menor jornada y mayores salarios. ¿Resultado? Menos desempleo y un mejor reparto de riqueza.

A la gente humilde nos sobra el compromiso social que quienes dirigen la estafa desconocen. Sirva como ejemplo que los y las trabajadoras asalariados declaramos hasta el último céntimo de nuestras ganancias; nuestro salario repercute en nuestro pueblo o ciudad y, sobre todo, vuelve a generar riqueza. Los 219.000 millones de euros evadidos legalmente del estado español en los seis primeros meses del año nos demuestran cómo se manejan las rentas del capital.

Es hora de defender lo nuestro. Queremos empresas competitivas, pero no a costa de nuestra pobreza. El principal aliado de quienes dirigen la estafa es el miedo. Si miramos de rodillas a nuestros adversarios nos van a parecer enormes; hay que ponerse de pie y, apoyados en nuestros y nuestras compañeras, los problemas nos van a parecer mucho más pequeños. Todo nos hará falta para el 2013, EL AÑO.